
justificaron la necesidad de diseñar todos elementos curriculares del eje de investigación
formativa para que sean incluidos en el plan curricular de la FIM.
La competencia investigativa
En la actualidad, la implementación de proyectos formativos en los diferentes niveles
educativos y contextos, se vienen dando con estrategias de aprendizaje y evaluación
orientadas al desarrollo de competencias de acuerdo al perfil de egreso, en el marco de
aprender a aprender (Tobón, 2012); razón por la cual es indispensable definir el concepto de
competencia, su sentido, procesos y teorías.
A través de la historia el término competencia se ha caracterizado por una falta de acuerdo
conceptual, que, en ocasiones, ha debilitado sus aportes en el ámbito educativo (García, 2011).
Por ello, se afirma que es un concepto conflictivo, complejo, polifuncional, ambiguo y
transdisciplinario. Esta palabra polisémica es aplicable a distintas instancias del saber humano,
especialmente al educativo.
El término competencia no es tan novedoso como se piensa. Su definición se ha venido
estructurando desde siglos atrás, en la Grecia antigua, a partir de concepciones filosóficas. El
primer indicio del mismo lo señala como la reflexión filosófica que implica un pensar
problemático donde se interroga el saber y la realidad (Núñez et al., 2014).
La polisemia de la expresión competencia apunta a un campo semántico denso, con múltiples
significados, debido a la pluralidad del contenido e interpretación. Tiene dos acepciones
etimológicas. La primera competencia, del verbo competir, viene del griego agón, agón /síes,
que quiere decir “ir al encuentro de otra cosa, encontrarse, para responder, rivalizar,
enfrentarse para ganar, salir victorioso de las competencias olímpicas que se jugaban en Grecia
antigua”. Con la obligación de salir ganador y de ahí, aparecer en la historia con desempeño
normal y la segunda acepción deriva del latín, competía, que quiere decir pertenecer, incumbir,
comprometerse con algo (García, 2011)
Desde el punto de vista de la filosofía del lenguaje y lingüística, los aportes de Noam Chomsky
(1970) y Dell Hymes (1980) enmarcan conceptos desde un enfoque comunicativo. A partir de
allí se define como el conocimiento que el oyente-hablante tiene de su lengua, siendo la
actuación el uso real de ésta en diferentes contextos